Aunque según Cortázar lo fantástico no se deja definir, trataremos de dar una definición aproximativa de ello siguiendo la teoría formulada por Flora Botton Burlá.

«El escritor fantástico, en ejercicio de su libertad suprema, propone otros mundos, diferentes tipos de respuestas frente a la realidad, y el lector, también en ejercicio de su libertad, puede aceptarlos o rechazarlos, pero se ve forzado a tomarlos en cuenta, siquiera por un momento. (...) La lectura de obras fantásticas pide un espíritu abierto, dispuesto a aceptar la posibilidad de diferentes alternativas, pero pide, sobre todo, una voluntad de juego.»

Primero, tendremos que establecer una distinción entre lo maravilloso, lo extraordinario y lo fantástico según el hecho que el hecho insólito, inesperado o extraño alrededor el cual se construye el cuento fantástico puede tener o no una explicación.

Lo maravilloso. Cuando el hecho extraño no se puede explicar según las leyes del mundo conocido por nosotros, del mundo real, sino que obedece a otras leyes, a reglas que son las de otro sistema diferente del nuestro, nos encontramos dentro del mundo de lo maravilloso. El mundo maravilloso y el mundo real coexisten sin conflictos. Los seres que los habitan obedecen a leyes totalmente diferentes y tienen facultades y poderes de muy distintas características.

Lo extraordinario. Cuando el fenómeno extraño se explica, al final, por medio de las leyes del mundo conocido, estamos en presencia de lo extraordinario (o extraño). Lo que ocurre en este caso es que la manifestación insólita fue producto de una ilusión, o de un truco, o una mentira; o bien, al final del relato, se le da una explicación lógica (que muchas veces es más inverosímil de lo que hubiera sido la mera aceptación del fenómeno como sobrenatural). Esto significa que el fenómeno no era fantástico sino que, por anormal, por extra-ordinario, lo parecía.

Estos dos géneros, maravilloso y extraordinario, limitan estrechamente el campo de lo fantástico.

Lo fantástico. Cuando el fenómeno insólito no es explicable mediante las leyes del mundo conocido, ni se nos da una explicación que lo colocaría clara y definitivamente dentro de un mundo otro, entonces nos encontramos en presencia de lo fantástico.

El hecho fantástico se presenta definitivamente dentro de este mundo conocido. Lo fantástico es la aparición, en el mundo bien ordenado de la vida cotidiana, de lo imposible, de aquello que obedece a las reglas de este mundo. Por lo tanto, esas reglas bien establecidas son indispensables para la aparición de lo fantástico. El cuento fantástico está precisamente basado en la realidad para poder contrastarse mejor frente a ella.

«Frente al hecho anormal, tenemos dos opciones: o se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de nuestra imaginación, y entonces las leyes del mundo son las que conocemos, o bien el hecho ha tenido lugar realmente, forma parte de la realidad, pero entonces la realidad no es la que conocemos, está regida por leyes desconocidas por nosotros.

Según que escojamos la primera o la segunda alternativas, nos encontraremos en el mundo de lo extraordinario o en el mundo de lo maravilloso. Sólo si la duda permanece, si el texto es lo suficientemente ambiguo para no permitir esta elección, sólo entonces estaremos plenamente en el reino de lo fantástico.»

«En el universo evocado por el texto, se produce un acontecimiento –una acción– que está en relación con lo sobrenatural (o con lo falso sobrenatural); éste provoca a su vez una reacción en el lector implícito (y generalmente en el héroe de la historia): esta reacción es la que calificamos como "vacilación" [2], y los textos que la hacen vivir son los que calificamos como fantásticos.» Las emociones fuertes y claras son enemigas de lo fantástico y la risa lo destruye. Lo insólito puede dar lugar a lo cómico o a lo fantástico, pero no a las dos cosas a su vez.

Cortázar y lo fantástico

«Lo fantástico (...) está presente en nosotros mismos, en eso que es nuestra psiquis y que ni la ciencia, ni la filosofía consiguen explicar más que de una manera primaria y rudimentaria.» dijo Cortázar en una conferencia. Lo fantástico es «el derecho al juego, a la imaginación, a la fantasía, el derecho a la magia». «En la literatura lo fantástico encuentra su vehículo y su casa natural en el cuento y entonces, a mí personalmente no me sorprende, que habiendo vivido siempre con la sensación de que entre lo fantástico y lo real no había límites precisos [3], cuando empecé a escribir cuentos ellos fueran de una manera casi natural, yo diría casi fatal, cuentos fantásticos.»

Cortázar es capaz de descubrir situaciones inverosímiles en los ambientes más cotidianos a veces abandonando al lector de la manera más inesperada, en medio de una situación perpleja. Mario Vargas Llosa define a él como «vidente, que detectaba lo insólito en lo sólito, lo absurdo en lo lógico, la excepción en la regla y lo prodigioso en lo banal.»

Influencias. En la obra fantástica de Cortázar hay influencias indudables, el propio autor acepta que su inclinación a lo fantástico proviene de Edgar Allan Poe –aunque él siempre estaba atraído por lo fantástico [4]–, esta influencia es, quizá, lo más aparente en Casa tomada [5], influencias a las que él «no tiene ningún miedo». Y sí Cortázar es único; cómo lo indica Mario Vargas Llosa en su prólogo de los Cuentos Completos de Cortázar: «Lo que diferencia Cortázar de un James, de un Poe, de un Borges o de un Kafka, no es la ambigüedad ni el intelectualismo, que en aquél son propensiones tan frecuentes como en éstos, sino que en las ficciones de Cortázar las más elaboradas y cultas historias nunca se desencarnan y trasladan a lo abstracto, siguen plantadas en lo cotidiano y lo concreto y tienen la vitalidad de un partido de fútbol o una parrillada.»